martes, 7 de octubre de 2008

Carla Peterson - Clásica y Moderna

Carla Peterson

CLÁSICA Y MODERNA 

Con una historia actoral fuertemente arraigada a la movida teatral independiente, Carla Peterson forjó su carrera a fuerza de aprendizaje y más aprendizaje.

Hoy después de su rotundo éxito en TV con Martín Fierro incluido, sigue visitando sus raíces, siempre con un clásico teatral  bajo el brazo.

 

Transcripción del  REPORTAJE de  Revista MUTIS x el foro Nº 6  (setiembre-octubre 2008) :

LA IMPORTANCIA DE LOS CLÁSICOS, HOY

El teatro para Carla tiene nombre de clásico. Pero, además de representar esos textos por placer, también tiene una explicación teórica para hacerlos: “Representar los clásicos es muy importante para saber realmente qué y quiénes somos. Si 

hay alguien que escribió todas nuestras problemáticas 500 años atrás, debemos adoptar esos textos y tenerlos siempre presentes, Miguel Guerberof nos abrió ese mundo de una forma particular. Conservaba lo antiguo sin hacerse el moderno. La actualidad de los clásicos está en su contenido. No necesitan estar plagados de modernismos o de grandes despliegues escénicos. Cuanto más purificados estén los textos, más se comprende la esencia. Él trataba de rescatar eso. Y lo lograba”.

Texto Misael  Scher 

(Fotos Clara Muschietti)

 

¿Cómo nace tu fuerte compromiso con el teatro independiente?

Hacía baile y quería estudiar teatro por si en algún momento me tocaba actuar. Desde muy chica quise dedicarme a las artes escénicas. Por suerte, escuchando un buen consejo de un amigo, decidí estudiar con Miguel Guerberof, que tal vez no era de los maestros de teatro que uno escucha cuando quiere empezar a estudiar. Tomé clases con él durante 4 años y pasé por diferentes grupos que él tenía. En un momento me encontré estudiando Beckett a los 19 años y mucho no entendía. Entonces decidí ir unos escalones más abajo y aprender otras cosas. Viajé, hice algunos workshops  e incorporé otras técnicas. Después de un par de años, vagueando, me agarraron ganas de trabajar con esos textos de Beckett que me habían quedado dando vueltas en la cabeza. Por esos días me reencontré con Miguel después de muchos años de no verlo. Me metí de nuevo en sus clases y al año comencé a trabajar con él haciendo un reemplazo de una actriz en una obra de la compañía que él había creado, Shakespeare Buenos Aires. Con ese reconocido grupo viajamos a Alemania y nos fue verdaderamente muy bien, quedaron enloquecidos con las puestas de Miguel. Al regreso, alquilamos un lugar fijo para que la compañía se desarrollara, pero por esos años, plena crisis del 20001, fue imposible mantenerlo. Cinco años después, él logró hacerlo y fundó Beckett Teatro.

Estás dirigiendo Ceremonia enamorada en ese teatro ¿cómo fue continuar con ese proyecto que había quedado trunco tras el fallecimiento de Guerberof?

Estábamos muy cerca del estreno cuando falleció Miguel. Yo trabajé y estuve al lado de él durante muchos años, sin dudas que algo de todo lo que transmitió me quedó grabado. Y cuando las actrices del elenco propusieron seguir les dije que yo las podía ayudar. Para mí también era un gran desafío ver si realmente lo podía hacer. Sabía que esos textos me eran muy familiares, al igual que el estilo de teatro que estaba planteado. Estuve en el recorrido inicial y en el proceso de los ensayos. Ahora, luego del proceso hasta el estreno, disfruto encontrar las cosas que aprendí y que no sabía que tenía adentro. Esa posibilidad que brinda el teatro de decir mil veces el mismo texto, investigar y volver a probar, e ir armando todo de a poco, es muy especial. Mi trabajo en Ceremonia enamorada fue hacerle entender esas cosas al elenco. Y a la vez, comprender que todo lo que digo a lña hora de dirigir no son certezas, sino ir probando por un lado y ver si las actrices lo entienden o dar vuelta la historia y encarar para otro costado. Me sentí muy cómoda haciéndolo. Y tomé un concepto de Miguel muy claro: el teatro es simple, cualquiera puede hacerlo.

¿Qué te produce ver a las tres actrices de la obra (Jazmín Rodríguez, Constanza Nacarato, Carla Solari) desde afuera, cuando siempre estás adentro?

Me emociona mucho verlas trabajar y me pregunto por qué lo hacen. Me doy cuenta de que lo hacen por necesidad, por amor a la actuación. Porque no pueden esperar a que las llamen para que representen los papeles de sus vidas, entonces van, los proponen ellas y los hacen. Es difícil juntarse para producir una obra, ensayarla y estrenarla. Y en ese proceso, se deja mucha alma, y se pone un esfuerzo inmenso para hacer perfecto algo que tal vez el público no siquiera nota, detalles minuciosos que están ahí. Y lo hacemos porque nos gusta. Nadie nos pide que lo hagamos, lo hacemos porque queremos.

¿Qué mundo te interesa trabajar de las obras clásicas?

Me doy cuenta de que al escuchar esos textos y al seguir investigándolos, me interesan, me gustan. Es una necesidad, necesito escuchar ese idioma. Si no hago una pausa en mis días para volver a ese tipo de teatro, que está en mis bases, me pierdo. El otro día pensaba que para una actriz es muy difícil que la llamen para hacer Lady Macbeth o algún otro gran personaje femenino de Shakespeare. En esta obra nos permitimos hacer algo para lo que tal vez no nos hubieran llamado nunca.

¿Qué te aportó como actriz vincularte con textos de Shakespeare o Beckett 

desde tus comienzos?

Después de trabajar textos de Shakespeare, pude decir cualquier libreto de televisión por más ridículo pop cursi que haya sido. No volví a estar incómoda. Cuando empecé a hacer funciones para diez personas, teniendo en cuenta el esfuerzo y el tiempo que implicaron los ensayos y llevar a cabo el proyecto, comencé a valorar mucho más el hecho de poder actuar. Nosotros nos teníamos que encargar de que la sala estuviera llena, ir a convencer a todo el mundo de que tenía que ver nuestra obra. Y es difícil, habiendo en cartel una oferta inmensa de expresiones teatrales. Y la gente recién ahora toma como una salida ir al teatro, no hablo de las obras comerciales, sino del circuito independiente donde hay que investigar un poco más y equivocarse bastante hasta encontrar lo que les va gustando.  Pero lo importante es que esa gran oferta abre el fuego para que mucha más gente vaya al teatro.

¿Tus constantes trabajos en televisión te permiten tener tiempo para el teatro hecho a pulmón?

En realidad, debo admitir que mi trabajo en la televisión me facilita mucho mi trabajo en teatro. Me brinda la libertad en tiempo para que pueda entregarme a estos proyectos, que para mí son vitales. Hacer las dos cosas me encanta, no divido mi vida laboral en actriz de teatro – actriz de tele, me parece que es muy antiguo pensar en esa fragmentación. En lo personal, hacer teatro es un entrenamiento que me mejora como actriz. La tele es pura inmediatez y no hay espacio para componer o afinar el único instrumento con el que cuento (mi cuerpo).  El ritual que tenemos todos los viernes, más un par de ensayos en la semana, evidentemente hacer que me concentre en mi trabajo y estar en constante búsqueda. No es que me sobre inventiva, todo lo contrario, si no genero esa búsqueda, me paralizo. Y busco todo el tiempo en mí, en libros, en otros, etc.

¿No te dieron ganas de para un poco después del éxito de Lalola?

Sí, la verdad es que cuando terminé Lalola me dieron ganas de parar, pero al ratito me ofrecieron Los exitosos Pells y me encantó el personaje, y aquí estoy otra vez en la vorágine televisiva.

¿Es difícil bajarse de esa vorágine?

No sé, a veces te bajan sin avisarte. Hay que ver qué es lo realmente importante de todo lo que pasó con ese programa. Yo como actriz no gané muchos premios y menos de la importancia que tiene el Martín Fierro, que generalmente lo ganan personas que están muy adentro del medio. Pero me dio la sensación de que se  pusieron contentos codos cuando alguien como yo, no tan conocida, ganó ese premio. Lo que rescato es la felicidad que produjo en la gente que me quiere y que me sigue desde siempre, desde mis comienzos en las obras independientes. Eso es lo importante. Y después vendrán los no-premios, pero eso es más normal. En el teatro, cuando ganás un premio, hace que más gente vaya a ver la obra y eso está bueno.


¿Ves la posibilidad de continuar con el legado de Miguel y ponerte al frente de un grupo teatral?

A mí me gusta trabajar. No pienso mucho en dirigir. Esto lo estoy haciendo por la necesidad de habernos quedado sin Miguel. Pero sí me encanta buscar estos proyectos. Con dos de las actrices de la obra siempre buscamos textos  y pensamos proyectos posibles. Cuando uno genera su equipo de trabajo, las posibilidades aparecen solas, se multiplican. Tenemos una especie de laboratorio donde investigamos qué podemos hacer y cómo. Por eso me gustaría seguir trabajando con ellos, formando una compañía o simplemente seguir contando con ellos y ellos conmigo para materializar ideas y proyectos. Tuve la suerte de encontrar este grupo en el que me siento muy cómoda. Se armó como si fuera una banda de música, cada uno aportó lo suyo y se formó algo muy fuerte. Ahora, por ejemplo hay dando vueltas un guión que escribieron dos personas de este grupo y que lo va a dirigir otro integrante. La verdad es que no sabemos bien cuando se realizará, pero lo que sí sabemos es que, de una manera u otra, se produce. No queda perdido en la nada. Trabajamos con lo que tenemos al alcance. Lo principal es que estén las ideas. Me da mucho placer trabajar con gente que tiene la misma filosofía.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario